martes, 27 de julio de 2010

Testigo

No sé cómo ocurrió. Aquella noche yo estaba sentado en el bar de costumbre, con mi café y mi cigarro de costumbre, cuando de repente me lo dijeron: ella había muerto.
Ni siquiera lloré, no podía. No recuerdo quién me lo dijo, creo que una amiga suya que apareció con los ojos llorosos y me vio por casualidad desde el otro lado de la luna del local. “Carmen ha muerto”, me dijo, “te he estado buscando para decírtelo, no cogías el teléfono.”

Bueno, y qué más daba. Para entonces yo ya sabía que ella era una zorra, que me engañaba con un ligue colombiano que había conocido en un local de salsa. Me había dejado un par de semanas antes. Por él. Al menos había tenido el detalle de irse ella en vez de echarme de casa.
Y cuando al fin estaba empezando a olvidarla, cuando había pasado ya varias noches en vela al borde del coma etílico por culpa suya, me la jugaba una última vez. Muriéndose, nada menos.

No, no podía llorarla, llevaba ya llorando dos semanas por ella y no me quedaban lágrimas. Así que le eché el humo a la cara a la amiga –sí, ahora lo recuerdo, sí que fue su amiga- y le espeté: “Se lo merecía, por zorra”. Ella me miró de arriba a abajo con los ojos muy abiertos, se dio la vuelta y se marchó. No fue hasta ese momento cuando miré hacia abajo y reparé en que mi ropa estaba cubierta de sangre. A la altura de las muñecas, mi camisa estaba empapada de rojo y pegada a mi piel, y un charco rojo oscuro crecía poco a poco bajo mis botas, en el suelo.

Supongo que podía haber especificado un poco más. Supongo que podría haberle dicho que en realidad no lo había superado. Que la noche anterior había seguido a Carmen y a ese ligue suyo hasta el apartamento al que ella se había mudado. Que en cuanto él se despidió en el portal –Dios, qué ganas de vomitar- dándole un beso, yo había entrado tras ella, oculto en las sombras, con un cuchillo. Que la había apuñalado, una, dos, tres veces, mientras le tapaba la boca con la mano para que no gritase.
Que había salido corriendo, sin saber qué hacer ni a dónde ir, dándome cuenta por primera vez de lo que había hecho, y que al final sólo había sido capaz de aclarar la mente lo justo para dirigir mis pasos hacia el bar de costumbre y pedir lo de siempre, un café muy cargado y sin azúcar, y encenderme mi cigarro de cada noche.
Quizá había sido entonces cuando me dio por cortarme las venas. Quizá fue en el portal de Carmen, no lo sé. Lo único que sé es que quiero acabarme este maldito café antes de que el charco del suelo sea demasiado grande. Y, a juzgar por las vueltas que me da la cabeza, ese momento se acerca.

Dios, cómo odio que suenen sirenas de policía cuando me duele la cabeza. ¿¿Es que no voy a poder siquiera terminar mi café en paz??



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Este es un pequeño ejercicio de inspiración del taller de Escritura al que fui durante un par de años, y que he vuelto a encontrar hoy en un rincón; se trataba de poner la mente en blanco y escribir todo lo que nos viniera a la cabeza, aunque no tuviera ningún sentido ni ninguna conexión entre sí. Sólo había que intentar no parar de escribir durante 3 minutos, y no releerlo hasta el final. Luego se le podían hacer los arreglos que se quisiese.

...Y bueno, esto fue lo que me vino a la cabeza ^^U (debería ir a que me lo mirase un profesional, sí ^^U Ese día estaba cabreada).

Pues nada, aquí os lo dejo... Y os animo a hacer el mismo ejercicio, es entretenido y suele funcionar cuando estamos escasos de inspiración. Si os animáis, podríais dejar el resultado en los comentarios, a ver qué os sale.

6 comentarios:

Madhatter dijo...

Me parece un poco escalofriante, sep. Pero me gusta.

El Extremeño dijo...

Ya decía yo que esto me sonaba, ya lo había leido. Un poco oscuro, desde luego, pero me gusta.
Una pregunta... ¿qué te hicieron para escribir esto? ^^U que miedo... jeje.

Un beso, te quiero.

tita hellen dijo...

Ohhh!!! Planteate el desarrollarlo en plan novela, a mi me ha enganchado, es genial, es muy Tarantino con Bruce Willis!(No tienes que psicoanalizarte, tienes que reducir tu ingesta de pelis violentas :D)

Un besete guapa!

Pablo El Marques dijo...

La leche!!! :-O
Te conozco muy poco, tan solo por este blog, pero no me esperaba algo tan crudo de ti... me he quedado helado!
Aparte de eso.. esta bien el mini-relato.

Goblinoide dijo...

MadHatter: ¿Y me lo dices tú, la reina del suspense? xD (a ver si actualizas, niña, que se te echa de menos en el blog ^^)
Me alegro de que te haya gustado ^^

Extremeño: Sí, creo recordar que te pasé unos cuantos Word, lo mismo esto estaba con el resto... En fin, mientras te haya entretenido, estaré contenta ^^
Realemte no recuerdo qué me había pasado ese día, pero ya me conoces, hago una montaña de un grano de arena ;)
Te quiero ^^

Hellen: Jajaja, que no te oiga el Extremeño, que le tiene a Tarantino tanta tirria como yo (te salvas por lo de Bruce Willis ;p nah, es broma).
Pues no veo tantas pelis violentas, jo, yo sólo escuchaba a la vocecita de mi cabeza... (O___O)
Un abrachucho, guapa ^^

Pablo El Marqués: Bueno, me alegra ser capaz de sorprenderos todavía después de tanto tiempo siguiéndome ;) Y por lo de que sea un relato algo crudo, bueno... es que no me has visto nunca cabreada de verdad ;) Suele arder Troya xD


Un abrazo fuerte a todos, como siempre gracias por dejar el comentario por aquí ^^

Juls dijo...

Brillante